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Yo soy el representante del principal partido de la oposición de este país, como así lo avalan 18 parlamentarios vascos y 273.000 votos (por no hablar de los 430.000 de las últimas elecciones generales) y el señor Ibarretxe nunca, nunca, me ha llamado para que, junto con el resto de los partidos democráticos, busquemos un acuerdo para definir el futuro de este país. Nunca.
¿Dónde está su mano, permanentemente tendida para el diálogo según él? ¿Dónde está su voluntad política para llegar a un entendimiento? ¿Qué forma es esta de escuchar a los que representamos a la sociedad vasca?
Su propuesta de hoy, en el fondo y en la forma, lo único que deja claramente de manifiesto es que no busca ni el diálogo ni el acuerdo, busca sólo, y con la excusa de una consulta, la división.
Busca sólo, jugando a un falso buenismo y victimismo, la confrontación de la que sacar réditos electorales. Nada más.
Su propuesta y sus preguntas tienen un solo destinatario: EHAK. ¿Dónde está el principio ético al que él alude en su primera pregunta? ¿Dónde está el rechazo inequívoco a la violencia para hacer política, si en la segunda habla de diálogo sin exclusiones?
Incumple su palabra. Él, que tanto habla de cumplir la palabra dada, se comprometió solemnemente a consultar a la ciudadanía sólo en ausencia de violencia, algo que, como es evidente, no ocurre en este momento.
Y lo hace además dejando en evidencia al presidente de su partido, a Iñigo Urkullu, que hace tan solo tres días nos decía que la pregunta incluiría una contundente condena del terrorismo de ETA. Y yo le pregunto también al presidente del PNV, ¿en qué parte del enunciado está el rechazo explícito a ETA que nos anunció en la prensa este fin de semana? Porque lo que yo veo es lo contrario, lo que veo es que la pregunta elude directamente condenar la violencia de la banda terrorista.
Lo que veo es que se pide a la ciudadanía que se pronuncie sobre el final diálogado del terrorismo, en un momento en el que ETA está en una ofensiva brutal contra todos nosotros, asesinando ciudadanos, atacando las sedes de los partidos democráticos, de la Administración de Justicia y de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que velan por nuestra libertad y nuestra democracia.
Y lo hace también desoyendo lo que en su día le advirtió el ex -presidente de su partido, Josu Jon Imaz, cuando escribió que “en las circunstancias actuales, sólo la acción policial y la deslegitimación social y política de su entorno (del entorno de ETA) son los caminos que nos permiten trabajar por la paz y la libertad en Euskadi”.
Y, además, en un ejercicio de deslealtad absoluta, el Lehendakari vuelve a utilizar el intento noble y valiente que entre todos hicimos, también desde su partido, para acabar con el terrorismo, para obtener ventaja política y seguir adelante con un plan al que la sociedad vasca ya le ha dado la es-palda.
Ibarretxe sabe perfectamente que ETA no va a parar porque él se acerque a las posiciones del nacionalismo más radical o porque la ciudadanía vasca se lo pida en una consulta.
Hoy por hoy, ETA sólo entiende el lenguaje de la firmeza y la unidad de los partidos democráticos para hacerle frente. Y la propuesta de Ibarretxe, lejos de propiciar esta unidad, la aleja.
Y si lo que pretende es que la sociedad vasca manifieste en su consulta el rechazo a ETA (cosa que no se desprende de sus preguntas), pero si lo fuera, no sería más que una ofensa a la dignidad de la sociedad vasca que lleva muchos años diciendo, alto y claro, que ETA sólo le produce desprecio y que lo único que quiere es que desaparezca de una vez por todas de nuestras vidas.
Y, en cuanto a la segunda pregunta ¿dónde está el principio democrático que nos vende? Porque un principio democrático básico es respetar las reglas del juego. Es respetar las normas y las leyes,… y es evidente que lo que pretende Ibarretxe es pasar por encima de todas ellas para dar alas a su imposición particular.
Y digo imposición particular porque, ¿dónde está el principio democrático en imponer al conjunto de los partidos el resultado y el tiempo del diálogo? Ejercicio del derecho a decidir y 2010. Da igual lo que pensemos los demás, da igual las posiciones de los demás. Lo suyo y punto.
Y dejando además, hoy más claro que nunca, que para él derecho a deci-dir es derecho de autodeterminación e independencia. Porque lo ha asimilado, exclusivamente, a territorialidad, con Iparralde y Navarra y a relaciones con España y otras comunidades.
Porque lo otro que ha dicho: derecho a decidir para mejorar el bienestar se cae por su propio peso. Para mejorar el bienestar hay que gobernar. Hay que utilizar los instrumentos de nuestro autogobierno para resolver los problemas de nuestros ciudadanos y ciudadanas y está claro que él no ha hecho, ni hace, nada de esto.
Y, por último, es evidente que con el procedimiento que ha elegido para tramitar su propuesta, Ibarretxe pone además de manifiesto su nula voluntad de diálogo. Nos presenta un proyecto de ley, de lectura única, que llega al Parlamento sin haber sido consensuado con los partidos de la oposición y ante el que sólo cabe votar sí o votar no.
Esta es la idea que Ibarretxe tiene del diálogo: O lo tomas o lo dejas. O lo que yo digo, o el conflicto.
Es decir, con la presentación, esta mañana, de su Proyecto de Ley, Ibarretxe ha dirigido al país su primer mitin electoral.
Un primer mitin electoral dirigido frontalmente contra el Partido Socialista y contra el Presidente Rodríguez Zapatero, a quienes se descalifica gratuitamente, por el sólo hecho de defender las reglas del juego y de creer en el diálogo entre vascos y el entendimiento entre diferentes, que es lo que hemos propuesto, seguimos proponiendo y seguiremos proponiendo permanentemente como única forma posible de hacer un país para todos.
Un Proyecto de Ley, además, que supuestamente defiende el derecho a decidir de los vascos, cuando lo que de verdad defiende son los objetivos del nacionalismo más radical y doctrinario: la independencia y la territorialidad.
Un proyecto que pretende anunciar la defunción de Euskadi. La defunción de la Euskadi real, la que se ha venido construyendo todos estos años a través del pacto entre vascos.
Ibarretxe pretende deshacer, en 45 segundos, los que los vascos hemos venido construyendo juntos a lo largo de treinta años.
Y digo pretende porque, afortunadamente, no lo va a conseguir porque el Estado de Derecho y el autogobierno de los vascos están profundamente arraigados en una sociedad que no va a permitir que se acabe con todo esto.
Un Proyecto de Ley que, según dice Ibarretxe, coloca en su sitio a ETA, cuando en realidad, en su primera pregunta, deja la iniciativa en manos de ETA.
Porque éste es un proyecto que viene con rebajas. Ya no pregunta a la ciudadanía si rechaza a ETA. Ni siquiera si desea que ETA desaparezca, como se venía anunciando estos días. Y nos parece terrible que incluso esa pregunta se haya dulcificado para que pueda apoyarla EHAK.
Nos parece terrible que el máximo representante institucional de Euskadi remita al Parlamento Vasco una propuesta pensada para que la apoyen quienes no condenan la violencia terrorista, y no quienes defendemos la democracia.
Los Socialistas Vascos no vamos a seguir por ese camino. Yo no voy a seguir por ese camino. Yo no voy a alimentar la estrategia de la tensión, del conflicto y del choque de trenes.
Porque este país, su ciudadanía, no necesita ni demanda choque de trenes, sino entendimiento entre vascos. Y yo voy a seguir trabajando por hacer posible este entendimiento, que, en las circunstancias actuales, tiene que ser forzosamente un entendimiento entre demócratas.
Por hacer posible un acuerdo entre vascos por la convivencia, el autogobierno y el futuro del país.
Un acuerdo que parta de principios compartidos. Que compartimos todos los demócratas vascos en nuestro quehacer diario, dentro y fuera de las instituciones. Que hemos plasmado incluso en declaraciones y resoluciones del Parlamento Vasco.
Yo quiero un acuerdo entre vascos, que parta de un rechazo claro de la violencia terrorista, de un apoyo explícito a las víctimas y de una solidaridad con los amenazados por ETA.
Yo quiero un acuerdo entre vascos que parta de un compromiso activo para deslegitimar ética, social y políticamente la violencia terrorista y su ideología totalitaria.
Yo quiero un acuerdo entre vascos que deje claro desde el principio que se respetan las reglas de juego democráticas que nos hemos dado los vascos.
Yo quiero un acuerdo entre vascos que persiga el máximo consenso; y que, por eso mismo, arranque de la voluntad de sustentarse en un acuerdo amplio, a ser posible superior al que logró el Estatuto de Gernika.
Yo quiero un acuerdo entre vascos que asuma la construcción del país desde la integración, y no desde el frentismo y la exclusión.
Éstos son los principios que dejan a ETA y su mundo en su lugar, y no consultas que tratan de romper unilateralmente el pacto estatutario y que, como también advirtió en su día Josu Jon Imaz, podría servir de PLAN B a ETA para seguir, con bríos renovados, con su ofensiva terrorista y de desestabilización del sistema democrático.
Todavía estamos a tiempo de rectificar. Y yo invito a Ibarretxe a que rectifique y ejerza de Lehendakari.
Lo digo con toda la seriedad que esta cuestión requiere. Con toda la autoridad moral que nos concede el haber colocado siempre al país ya la sociedad vasca por encima de nuestros intereses partidistas.
Con toda la credibilidad que merece un partido que se ha comprometido y arriesgado a fondo para alcanzar la paz y para que nadie en Euskadi siga matando o muriendo por ninguna idea política.
Le pido a Ibarretxe que haga su trabajo, que sea un factor de unión, y no de división de los vascos. Que sepa estar a la altura de su cargo. Que sepa estar a la altura de lo que le están pidiendo los hombres y mujeres que viven y trabajan en Euskadi.
Lo que hace falta en Euskadi son propuestas para llevarnos bien y no consultas para tirarnos los trastos a la cabeza.