Los datos sobre el cumplimiento del techo de déficit por las Administraciones Públicas, conocidos esta semana pasada, miden con sus luces y sus sombras el esfuerzo de contención del gasto realizado en nuestro país en 2012. Un  esfuerzo impuesto desde Berlín y Bruselas, excesivamente concentrado en el tiempo y aplicado sin ningún tipo de discriminación, y que están pagando sobre todo los mayores sufridores de esta crisis.

Largamente he criticado la perniciosa obsesión por el déficit que nos está imponiendo la derecha neoliberal en Europa. Y he sostenido que la salida de la crisis no vendrá exclusivamente del recorte en el gasto público, sino de una apuesta convencida por el crecimiento económico, por las empresas productivas, por el I+D+i, por la formación de nuestros jóvenes.

Por eso, no me siento satisfecho porque Euskadi, con un Gobierno socialista al frente, cumpliera con holgura el objetivo de déficit fijado (en 1,39% del PIB vasco, frente al 1,5%), sino porque lo hicimos sin traicionar nuestros principios, manteniendo sin recortes los servicios esenciales del Estado de Bienestar y un mínimo impulso a la economía sin el cual estaríamos en una recesión más profunda.

Los datos del Ministerio de Hacienda confirman que teníamos razón, que el anterior Gobierno Vasco cumplió con sus previsiones y que, frente a las acusaciones de derroches, agujeros y cajas vacías que llegaban desde el PNV, los Socialistas Vascos supimos hacer frente a la crisis con rigor y sin olvidarnos de nuestras prioridades.

Lo decía gráficamente Obama en el reciente Debate sobre el Estado de la Unión: “la reducción del déficit por sí sola no es un plan económico”. El Gobierno Socialista de Euskadi lo demostró. Demostró que había otra forma de hacer frente a la crisis. Demostró que se podía ser austero, sin mermar los servicios públicos, ni la apuesta por el crecimiento económico.

Y todo a pesar de que algunos se empeñaron desde el principio en hacernos gobernar con una mano atada en la espalda, impidiendo una reforma fiscal que hubiese permitido contar con más ingresos y no actuar sólo a través del gasto.

Ahora son otros los que tienen la responsabilidad de gestionar las cuentas de la Administración Pública Vasca y nos queda por ver si tendrán tan claras sus prioridades. Hasta la fecha, son más las dudas que las certezas en torno a los planes del nuevo Gobierno Vasco, pero poco a poco, casi con cuentagotas, se va desvelando el misterio. Y lo que vamos conociendo resulta desalentador.

Avances de recortes del 4% en Sanidad, 10% en Educación y Cultura, 24% en Empleo y Políticas Sociales, 33% en Desarrollo y Competitividad… Y lo que es peor: ninguna concreción sobre el sostenimiento de los servicios públicos, ningún plan de reactivación económica.

El PNV, al igual que Rajoy en su día, pensaba que su sola presencia arreglaría todos los males de la economía. Hoy descubren (para su sorpresa y desconsuelo nuestro) que la salida de la crisis no es una cuestión de fe. Y no puede alegar desconocimiento de la situación económica ni haber recibido unas cuentas quebradas.

En su día alerté del “programa oculto” del PNV para cuando llegase al poder. Anticipé que las seguridades y líneas rojas que ofrecía al electorado en la campaña se borrarían una vez conseguido el poder. Hoy parece que el único plan definido del Gabinete Urkullu es podar el Presupuesto, recortar por aquí y por allí, sin importar las consecuencias.

Y por ahí no vamos a pasar los Socialistas Vascos. Para ese camino que no cuenten con nosotros.

El PSE-EE nunca va a apoyar unos Presupuestos que mermen los derechos de la ciudadanía y que coarten la capacidad de crecimiento de nuestra economía. No estamos dispuestos a que la incapacidad del PNV ampute el dinamismo y el bienestar de nuestra sociedad para una generación.

Hace falta actuar. Hace falta hablar de servicios públicos, de ayudas a empresas, de promoción de empleo.

Tenemos líneas rojas, sí. Y éstas están en la defensa de la Sanidad, la Educación y las Políticas Sociales, pero también en las políticas públicas de impulso de la economía. Porque para los Socialistas Vascos resultan igual de imprescindibles las políticas públicas de crecimiento que permitan luchar contra el paro, crear empleo y modernizar nuestra economía.

La gestión de un Gobierno no la marca los titulares que uno lanza a la prensa. La marcan los resultados, el balance que se deja al final de una legislatura.

El pasado mes de diciembre los Socialistas Vascos entregamos al PNV un Gobierno con un Estado del Bienestar intacto y un déficit controlado.

¿Garantiza el señor Urkullu que finalizará esta legislatura con los mismos servicios públicos y la misma deuda? Desde luego, sus hasta ahora ambiguas propuestas económicas se alejan mucho de ese propósito.

Dice Urkullu que todavía no han pasado ni 100 días desde la composición de su Gobierno. Pero si lo que espera es una señal divina que resuelva todos los males, ésta no llegará ni en 100 días, ni en cuatro años.

No vale apelar a la responsabilidad del resto con propuestas vacías. Lo que Urkullu nos está pidiendo es una cuestión de fe. Y con eso no se pagan las facturas ni los servicios públicos.