Esta semana he tenido la oportunidad de participar en dos jornadas sobre el modelo de Estado, cuestión de plena actualidad en la que, sin embargo, se confunden muchos conceptos.

Por eso he querido ir un poco más allá. Porque me preocupa que, cuando hablamos de modelo de Estado, sólo estemos hablando del reparto del poder territorial, como si eso fuera lo único que se debe aclarar; como si fueran lo mismo un Estado dictatorial, un Estado que ha suprimido todos los servicios públicos o un Estado de tipo socialdemócrata.

Lo primero es definir lo que queremos conseguir con nuestro modelo. Y yo, como socialista, lo tengo claro: una sociedad abierta y plural de ciudadanos libres, con iguales oportunidades ante la vida; una sociedad solidaria que busca el progreso colectivo.

Y para ello, lo básico es tener un Estado constitucional que defienda la igualdad, la libertad y la seguridad vital.

Resulta básico definir estos principios antes de ponernos a hablar del modelo territorial con el que llevarlos a la práctica.

En el debate público en España hoy tenemos tres propuestas enfrentadas: la secesionista de los nacionalistas, la propuesta de restauración neocentralista y la propuesta socialista para la reforma y mejora del Estado de las Autonomías en un sentido federal.

No es ésta una respuesta defensiva frente al nacionalismo, sino una oferta de convivencia para todos. Una propuesta en la que todos podemos sentirnos razonablemente cómodos y que no expulsa a nadie, ni lo deja fuera.

Es evidente que el Estado de las Autonomías, surgido a partir de la Constitución de 1978, ha desarrollado ex novo en España un modelo prácticamente federal, que ha transformado la antigua descentralización administrativa regional y provincial en una efectiva gobernanza multinivel.

Y que todo ello se ha hecho con altibajos. Pero nadie puede mirar el camino realizado desde 1978 y afirmar que ha sido un fracaso. Al revés, el desarrollo autonómico es la historia de un éxito, que nos ha permitido dar un enorme salto hacia la igualdad y la modernidad de todos los territorios, muchos de ellos marginados y olvidados durante la dictadura.

Ahora, sin embargo, nos encontramos con algunas posiciones que, propugnando la superación del modelo, encierran un revisionismo interesado. Se nos dice que esto no funciona y esto sirve, a unos, para pedir prácticamente el desmantelamiento del Estado de las Autonomías y a otros, la secesión.

Los Socialistas planteamos una reforma de nuestro modelo para modernizarlo. Y lo hacemos avanzando hacia un sistema federal.

Y hay que aclarar que el federalismo no es tanto una cuestión de etiquetas cuanto de asumir de una vez que el conjunto no irradia desde un punto concreto, sino que es la suma de las partes, la colaboración entre las partes y la corresponsabilidad de las partes.

A la hora de definir este modelo territorial, yo planteo tres principios generales:

  1. La defensa de la unidad y permanencia en un mismo Estado Común Compartido, que respeta sus singularidades.
  2. La lucha contra la desigualdad territorial y ciudadana.
  3. La defensa del derecho de libertad de identidad y del autogobierno como sistema de la gestión de la propia diversidad.

El debate da mucho de sí. Como aproximación, os dejo aquí mi intervención del pasado miércoles en el Curso de Verano organizado por la UCM sobre la “La reforma federal del Estado español” en el que desarrollo algunas de estas ideas.

Espero que os guste.