Ponencia Autogobierno

Día de reencuentros. Esta mañana he vuelto al Parlamento Vasco para participar en la Ponencia de Autogobierno y hablar de los 35 años de Estatuto de Gernika.

Estoy satisfecho. Lo primero de todo porque (como he dicho allí mismo) creo que la existencia misma de esta Ponencia es un acierto. Es bueno que, de tanto en tanto, las sociedades repiensen sus grandes pactos cívicos. Y que lo hagan para renovarlos, mejorarlos y relegitimarlos socialmente.

En mi diagnóstico he querido analizar tres cuestiones principales:

  • La larga transferencia de las competencias: tenemos que admitir que una de las notas negativas de nuestro autogobierno es la excesiva demora a la hora de completar las transferencias. 35 años para transferir las competencias reconocidas en nuestro Estatuto es mucho tiempo, demasiado tiempo.
  • La interpretación que el nacionalismo ha hecho del autogobierno, abandonando el concepto de pacto entre diferentes para imponer una sola versión, que muchas veces ha sido la de la revisión del texto estatutario desde máximas exclusivamente nacionalistas.
  • La enorme solidaridad de la Administración central, es decir del conjunto de los españoles, que tiene en el proceso de reindustrialización o en experiencias como Bilbao Ría 2000 su principal exponente.

Y junto a ello, he hablado de las debilidades que veo en nuestro modelo y que debemos corregir:

  • La ambigüedad del sistema Constitucional a la hora de definir con claridad los limites de las competencias, tanto autonómicas como de la Administración central.
  • La ausencia absoluta de instituciones en las que las Comunidades Autónomas puedan participar en la gobernanza común de España, debilitando de esta forma la lealtad común.

¿Y ahora qué?

Como he explicado esta mañana, creo que ha llegado la hora de abrir un debate público para lograr un nuevo acuerdo ciudadano en torno a nuestro autogobierno. Un debate franco, un debate que busque de nuevo el pacto entre diferentes.

Porque el pacto entre diferentes en una sociedad tan plural y tan diversa como la nuestra es la única garantía de que este país lo sigamos haciendo entre todos y no unos contra otros.

Si se quiere abrir el debate general sobre la forma de entender nuestro autogobierno, abrámoslo. Yo soy partidario de ello. Pero en este debate deben participar todas las voces, no sólo las nacionalistas.

Y el resultado del nuevo pacto, para mí, no debe ser más nacionalismo, sino más igualdad entre diferentes. Y nadie puede confundir igualdad con uniformidad. Lo mismo que nadie debe confundir diversidad con reivindicación de privilegios.

El final de la dictadura puso encima de la mesa, como prioridades lógicas, la recuperación de las libertades y del autogobierno. Eso ya está consolidado.

Hoy las prioridades deben ser otras. En mi opinión dos:

  • la modernización institucional: reforma federal, reforma de la LTH, Ley Municipal.
  • y la defensa de la igualdad.

Las libertades ya las tenemos. El autogobierno ya lo tenemos. Ahora es la hora de la modernización y de la defensa de la igualdad.

Y me centro en éste último. Porque en el nuevo pacto ciudadano por el autogobierno debe primar la defensa de la diversidad interna de la sociedad vasca y la defensa de la igualdad de los diferentes.

En los últimos años, el espacio público ha sido excesivamente colonizado por algunas máximas nacionalistas, hasta el punto de plantear como sinónimos vasco y nacionalismo. Vasco y nacionalista.

Hay quien ha pretendido que ese sea el único planteamiento político que tenga carta de naturaleza, el único que ocupe el espacio público en Euskadi.

Yo, desde luego, no pretendo una guerra de trincheras, de un nacionalismo contra otro. Son cosas del siglo pasado. Yo reivindico una sociedad moderna y diversa en la que el espacio público sea compartido en igualdad, por diferentes formas de entender la identidad. Por las diferentes formas de sentirse vasca o vasco.

Y en este campo tenemos mucho que aprender y avanzar. La igualdad de los diferentes debiera ser el lema del nuevo acuerdo interno. Renunciar a institucionalizar una sola forma de entender lo vasco.

Si de verdad creemos que la pluralidad y la diversidad de la sociedad vasca son algo enriquecedor, demostrémoslo. Busquemos ese acuerdo de todos para mejorar nuestro autogobierno; para reforzar la convivencia de esa diversidad; y para recuperar el pacto de los distintos con el que construir un país entre todos y no unos contra otros.

Un país sin divisiones ni fracturas, en el que sea la ciudadanía, plena de derechos, de libertades y también de obligaciones responsables, el espejo en el que mirarnos y no busquemos en la identidad (nuestra obligación es garantizar que cada uno pueda disfrutar de la suya) la excusa o el motivo para enfrentarnos.