CP 2013 IV

¿Y a dónde se había ido? La frase ha dado mucho de sí, desde luego. Pero es verdad. Nos habíamos alejado de nuestro camino. Habíamos perdido nuestro espacio natural. La socialdemocracia (toda ella en su conjunto; pero la española, la que nos ocupa, de forma palmaria) había olvidado su esencia en los últimos años, buscando acomodo en paradigmas neoliberales que nos desdibujaban y traicionaban nuestro ideario de izquierda.

Es evidente que tantas renuncias y desdibujamientos no se recuperan en un fin de semana. Ni siquiera en un año. Pero el proceso de rearme ideológico y programático llevado a cabo por el PSOE a lo largo de los últimos meses, y que ha culminado con un texto profundo y ambicioso, marca un nuevo comienzo para el socialismo.

Un documento en el que han participado casi 100.000 personas y al que se han presentado más 10.000 propuestas. Abierto a todo el mundo. Retransmitido en tiempo real. A algunos les ha faltado tiempo para criticar esta Conferencia. ¿Pero hay algún otro partido que se atreva a encarar un proceso similar? ¿Hay algún otro partido que abra a sus bases y entornos, y de forma transparente,  la reconstrucción de su corpus ideológico?

Los Socialistas somos los únicos capaces de afrontar un debate de ideas como éste. La Conferencia Política ha demostrado que somos diferentes. En el fondo y en las formas.

De aquí han salido propuestas, ideas nuevas: para conseguir una fiscalidad más justa, para garantizar unos servicios públicos básicos de calidad (a través del novedoso principio de Estabilidad Social del gasto público), para hacer un Partido Socialistas más abierto y participativo…

Pero, sobre todo, ha salido un Partido unido en torno a un proyecto renovado. Se acabaron los miedos y el desconcierto. Se acabó el duelo en el que estábamos sumidos desde hace dos años.

Hemos concluido nuestra travesía por el desierto y hemos fijado un objetivo claro: unir a todas las personas progresistas del país para iniciar la transformación pendiente en España. Un cambio profundo de nuestro modelo social.

Porque aunque tengamos un problema grave con la crisis económica, más grave es el problema social que padecemos. Y ése también lo tenemos que encarar.

Hoy sabemos que la derecha neoliberal ha fracasado, porque sus políticas sólo han servido para aumentar las desigualdades, sumir en la pobreza a miles de ciudadanos y derruir nuestros servicios públicos.

Hoy sabemos que las terceras vías no sirven, porque no son más que máscaras bajo las que se ocultan los gobiernos de izquierdas para hacer políticas de derechas.

Lo expresaba muy bien Rafael Simancas hace unas semanas. Tenemos que saber si queremos ser una izquierda para la transformación, o “una izquierda ibuprofeno, para calmar los dolores que ocasiona el neoliberalismo inexorable”.

Yo lo tengo claro. Yo elijo lo primero. Elijo ser una izquierda para el cambio. Una izquierda para la justicia. Una izquierda para solidaridad.

Hay algo que no marcha bien cuando en estos tres últimos años ha aumentado en 40.000 el número de millonarios en España mientras miles de personas padecen con dolor los efectos de la crisis.

Hay algo que no marcha bien cuando permitimos que más del 90% de las transacciones económicas mundiales correspondan a la especulación financiera, que se mueve sin ningún control entre nuestras fronteras, y menos de un 10% a la economía real, la productiva, la que hace cosas.

Hay algo que no funciona. Y lo tenemos que corregir de forma radical. Hay que poner el capital a trabajar sin miedo, para que las transacciones financieras ayuden también a la cohesión social.

El pasado fin de semana ganó la esperanza en el futuro. Ganaron todas las gentes de izquierdas del país. Ganó la voluntad de construir una sociedad más justa e igualitaria.

Y nos queda ahora un camino largo. No va a ser sencillo. Pero si lo hacemos bien, conseguiremos sumar cada día a más progresistas a este proyecto común de libertad, justicia y solidaridad.

El pasado fin de semana pusimos la primera piedra para volver a nuestro camino. Vendrán más. Lo importante es tener el destino claro y voluntad de recorrerlo.