Esta semana celebramos dos efemérides importantes que se complementan: la del 1 de octubre del 1936 y la del 7 de octubre del mismo año. El día 1 se aprobó en el Congreso, por aclamación, el Estatuto de Autonomía, negociado entre Indalecio Prieto y José Antonio Agirre. Y el 7 el Lehendakari juró su cargo y presentó a su Gobierno.

Un Gobierno plural en el que participaron republicanos, socialistas y comunistas junto con los nacionalistas. Un Gobierno que juró sus cargos oyendo los cañonazos del frente.

En estos dos hitos, el Estatuto y el primer Gobierno Vasco, se sustenta la creación política de la Euskadi moderna. La primera vez que Euskadi tiene como tal una entidad propia.

El primer Estatuto y el Gobierno de Aguirre son actos fundacionales que descansan sobre dos pactos complementarios: el pacto entre distintos (entre diferentes identidades de la ciudadanía vasca) y el pacto con el resto de españoles.

Euskadi no se puede entender sin autogobierno, igual que la democracia no está completa sin el autogobierno.

Hoy celebramos el 80 aniversario del acta fundacional, pero también el del Gobierno de los padres fundadores de Euskadi. Así es como me gusta recordar a los miembros de aquel primer Gobierno.

Padres fundadores que sufrieron un largo exilio, sin renunciar nunca a la esperanza de recuperar la libertad.

Padres fundadores cuya testigo tomamos al final de la dictadura para recuperar de nuevo nuestro autogobierno con el Estatuto de Gernika y reafirmar el doble pacto, dentro de Euskadi y con España.

Para un ciudadano vasco la libertad siempre estará unida a la democracia y el autogobierno. Siempre estará unida a los derechos iguales entre personas diferentes. Ésa es la enseñanza que sacamos de este pasado que hoy recordamos. La lección que debemos aprender para nuestra convivencia futura.