Ayer asistimos al último capítulo del sainete en el que el nacionalismo ha convertido la política catalana.

Artur Mas anunció, por fin, la fecha de las elecciones. Pero no lo hizo pensando en las necesidades de la ciudadanía. No lo hizo para atender los numerosos problemas que tiene hoy Cataluña. Artur Mas ha tomado esta decisión, única y exclusivamente, con el fin de mantenerse al frente de la Generalitat.

Poco importan los recortes en los servicios públicos (los mayores de toda España). Poco importan los 600.000 parados. Poco importa ese 20% de la sociedad catalana en riesgo de pobreza.

Todas las decisiones que Artur Mas ha tomado desde la Diada de 2012 han sido en respuesta a la ola soberanista que ha crecido a su alrededor, que ha alimentado desde la Generalitat y que ahora no sabe cómo gestionar.

Estamos asistiendo a la campaña electoral más larga de la historia de Cataluña.

Y es éste un tema preocupante, porque detrás de tanto ruido están pasando cosas muy graves.

El inmovilismo de Rajoy es cierto e irresponsable, porque además de la defensa de la legalidad, la política tiene que servir para hacer frente a los problemas reales.

Pero esta actitud de Rajoy no puede servir, en ningún caso, para justificar la irresponsabilidad nacionalista en Cataluña.

El Gobierno nacionalista de Mas ha expulsado a la mitad del país de la sociedad catalana. Para él los que no son nacionalistas simplemente no existen.

Pero además, Mas y Junqueras han convertido en rehenes a los ciudadanos. En rehenes de sus luchas de poder. Las instituciones políticas de Cataluña han dejado de ser instituciones para la gestión de la política y de los problemas de la ciudadanía, para convertirse en el escenario de las peleas de poder entre nacionalistas.

Mas disfraza de astucia lo que sólo es el uso descarado de la ciudadanía y de las instituciones en su exclusivo beneficio personal para no perder poder.

El pacto anunciado ayer por Mas y Junqueras no es el pacto de la unidad, sino el acuerdo para partir en dos la sociedad catalana. Ellos, los nacionalistas; y los otros, lanzados al silencio y extramuros del espacio público e institucional de Cataluña.

Pero la sociedad catalana es mucho más que Mas y Junqueras. La sociedad catalana es plural y diversa. Con este acuerdo de ruptura interna, identificando unidad con pacto nacionalista, Mas y Junqueras niegan la igualdad ciudadana a medio país.

Y ahora lo que han hecho ha sido pactar el calendario del enfrentamiento interno de Cataluña. Han pactado otro año más sin gobierno y con ruido permanente para ocultar la ausencia de su gestión política. Se han puesto como meta un nuevo fracaso y una nueva frustración para una sociedad catalana harta de tener un gobierno que se ha olvidado de ella.

Y ante todo esto, los Socialistas vamos a responder con absoluta serenidad a este órdago nacionalista, porque, sobre todo, tenemos confianza en la ciudadanía de este país.

Nuestra política en Cataluña se basa en tres ejes complementarios.

  1. Modernizar el autogobierno: Los Socialistas defendemos el autogobierno porque, entre otras cosas, es la garantía del reconocimiento de iguales derechos a personas con identidades diferentes. Pero estamos convencidos de que es hora de modernizarlo buscando un nuevo pacto ciudadano.
  2. Defender la pluralidad y la diversidad identitaria de la sociedad catalana: Los Socialistas defendemos la pluralidad y la diversidad interna de la sociedad catalana. Y vamos a dar voz y visibilidad a todas las personas silenciadas en el espacio público por el nacionalismo. Porque ser catalán o catalana no es lo mismo que ser nacionalista.
  3. Defender un pacto por el progreso y la igualdad: Un pacto por el progreso para que las instituciones públicas hagan un esfuerzo para modernizar la economía, ganar competitividad y crear nuevos puestos de trabajo y riqueza colectiva. Que sirva para sostener los servicios públicos que dan sentido al Estado del Bienestar. Y que construya una sociedad decente, que no deja a nadie abandonado en la cuneta de la marginación, la exclusión o la pobreza.

Estamos convencidos de que, al igual que en 1978, nos tenemos que sentar para llegar a una nueva concordia. Una concordia para la modernización de nuestras instituciones y para integrar la voz y el voto de toda una generación que no participó en el anterior pacto.

Los Socialistas defendemos la unidad de los diferentes. Defendemos la convivencia de los distintos con derechos iguales. Y defendemos, sobre todo, el derecho la ciudadanía a una vida digna. A que nadie esté condenado a la desesperanza por ser hijo de una familia humilde.

Ésta es nuestra propuesta. Ésta es nuestra oferta a la sociedad catalana. El PSOE y el PSC no quieren un reparto de poder. Quieren que todos nos pongamos a trabajar al servicio de los ciudadanos y ciudadanas.