Patxi JSE

William Beveridge, en su plan para crear la Seguridad Social inglesa decía: “un período revolucionario en la historia del mundo es el momento de hacer revoluciones, y no el de poner parches y remiendos a lo viejo”.

La revolución hoy es devolver el poder a la gente, recuperar el poder de la política. Una política que sea capaz de regular la economía para ponerla al servicio de la sociedad. Capaz de enfrentarse a poderes oscuros que se dedican a especular sin límite ni control alguno y juegan, así, con la vida y el destino de millones de personas.

La revolución hoy es volver a poner en pie el Estado del Bienestar que han ido destruyendo las políticas neoliberales de la derecha. Un Estado del Bienestar que, como estaba en el espíritu de Beveridge, libere al ciudadano y a la ciudadana de la tiranía y la servidumbre de la necesidad, para garantizar la libertad, la igualdad y la dignidad humana.

Ésa debe ser nuestra pacífica revolución.

La crisis nos ha enseñado la cara más cruel del poder del dinero y de las políticas neoliberales:

  • La política ha sido secuestrada por el poder del dinero. Y nos han obligado a pagar con impuestos ciudadanos su propio desastre.
  • Hemos rescatado con miles de millones a los bancos, mientras cientos de miles de pequeñas empresas morían por falta de liquidez, mientras a millones de personas sin ingresos se les decía que no había dinero.
  • La fiscalidad ha dejado de ser progresiva para ser una carga exclusiva de los trabajadores y de las clases medias.
  • El capital especulativo se mueve a sus anchas vampirizando el esfuerzo ajeno.
  • La diferencia de salarios altos y bajos se ha convertido en escandalosa. Hoy los nuevos salarios son simplemente salarios de pobreza.
  • Y la desigualdad está creciendo de forma cruel y despiadada.

Ese es el balance real de la derecha. Ahí está la mano del Gobierno del PP. No en los datos macroeconómicos que mejoran, porque lo hacen gracias a la intervención del BCE, a la bajada del precio del petróleo o al tipo de cambio del euro.

Rajoy sólo ha intervenido en todo aquello que ha perjudicado la vida de los ciudadanos y ciudadanas.

Pero no es momento de buscar culpables.

Podemos salir de esta espiral de desigualdad, pobreza y destrucción de Servicios Públicos. Pero tenemos que dar un golpe drástico al timón de las políticas públicas.

Empezando por Europa.

Hace falta un acuerdo conjunto de todos los progresistas europeos para un nuevo pacto social. Un nuevo pacto social:

Que recupere la supremacía de la política y los ciudadanos sobre el poder del capital

Que defina una fiscalidad básica común para todos los europeos y que recupere su carácter progresivo de verdad.

Que recupere la iniciativa pública en la economía colectiva.

Que lidere la modernización de la economía, el crecimiento y el progreso colectivo.

Que redefina los Servicios Públicos y garantice la igualdad de oportunidades de todos.

Un nuevo pacto social europeo que dé cobertura a los millones de personas que han sido expulsadas del bienestar.

Frente a quienes buscan reducir Europa a una suerte de madrastra que privilegia a los menos a costa del empobrecimiento de los más. Frente a quienes buscan destruir Europa acabando con su alma ilustrada, mestiza y libertaria, debemos recuperar Europea.

Pero aquí también hay que hacer cosas.

Hay una salida diferente. Una salida desde el socialismo. Una salida que ha tenido éxito en la historia de los grandes consensos socialdemócratas del siglo XX. Y que tiene éxito allí donde se aúnan mercado y democracia, competitividad y derechos laborales, crecimiento y cohesión social.

Los Socialistas defendemos una economía para la igualdad, que sólo vendrá de la mano de una política valiente y autónoma. La economía para la igualdad exige una política firme ante los poderosos. La política puede, si la política decide ejercer su función para decir “no”: 

  • No más despidos colectivos en empresas con beneficios.
  • No más bancos rescatados que se niegan a rescatar a familias y empresas.
  • No más fondos buitre que desahucian a familias sin recursos.
  • No más salarios de escándalo para ejecutivos de empresas que pagan con miseria a sus empleados.
  • No más abusos en las facturas energéticas que pagan las empresas y las familias mientras unos pocos se enriquecen.
  • No al rescate público de autopistas de peaje mientras se recortan prestaciones a parados.

Se terminó el cuento de la derecha.

La política puede si la política quiere. Y nosotros queremos. Queremos una economía al servicio de la mayoría, al servicio de los buenos empleos, al servicio de la igualdad, al servicio de los buenos servicios públicos que atienden las necesidades sociales.

Y para hacerlo, lo primero es reconciliar a los ciudadanos y ciudadanas con la política, porque la política es el único instrumento que tiene la gente para defender sus intereses.

Expliquemos que la política es a los ciudadanos lo que el dinero es a los poderosos. Ellos tienen el dinero para frenar los cambios. Nosotros tenemos la política para impulsar los cambios.