He tenido el honor de participar en el Foro de la Cadena SER en Navarra. Un cólico nefrítico me ha impedido estar en las mejores condiciones para este encuentro. En mi intervención he reiterado que solo el proyecto socialdemócrata puede liderar una mayoría social de cambio en España. Aquí os dejo el texto y os invito a leerlo:

Egun on guztioi. Buenos días a todas y a todos.

Antes que nada, déjenme agradecer a mi amigo y compañero Jesús Mari Fernández sus palabras y su empeño, (porque él tiene mucho de culpa en que yo esté aquí). Compartimos uno de los momentos más ilusionantes de nuestra vida política, en el Gobierno Vasco y puedo asegurarles que, además de muchas otras cosas, su labor como Vice-Consejero en el Departamento de Sanidad, empeñado en el sostenimiento de un servicio público, universal y de calidad, en medio de una crisis donde otros sólo recortaban, fue impagable.

Y agradecer también, cómo no, a los organizadores de este foro de debate y de encuentro, a la Cadena SER y a mi viejo amigo y conocido, Javier Hoyos, por haberme invitado a participar en él y por la oportunidad que me brindan para exponer aquí mis ideas (no las del Presidente del Congreso, sino las de un Socialista convencido). Algo que agradezco, de verdad, (de corazón), porque no es habitual tener la posibilidad de hablar de política con un poco de espacio y de tiempo para la reflexión serena, más allá de los 140 caracteres que parece que nos imponen los nuevos tiempos.

Por eso y porque estamos viviendo momentos de grandes cambios, y de la mano de esos cambios, tiempos de confusión y de incertidumbre; me gustaría, (antes de entrar en asuntos de más actualidad), hablar de algunas cuestiones previas, porque creo que es conveniente volver a debates básicos, fundamentales. Cuestiones sobre las que se construyen las normas de convivencia. Y creo que la gestión de la igualdad (o de la desigualdad) y del pluralismo, están siempre detrás de todos los planteamientos políticos modernos.

Y es que cuando la desigualdad crece de manera injusta y desproporcionada, (hasta límites inadmisibles), quiebran los principios básicos sobre los que se asienta el pacto social que garantiza nuestra convivencia. Y es verdad que hay un consenso general sobre la igualdad formal (la legal, para toda la ciudadanía), pero subsisten dos tipos de desigualdad injusta: la desigualdad de origen y la sobrevenida.

La desigualdad de origen o de cuna.

La desigualdad de origen está fundamentalmente unida a la propiedad, que tiene, (como la nobleza), una legitimidad de cuna a través, (no de la transmisión de títulos con privilegios políticos), sino de la herencia que le otorga al recién nacido recursos de todo tipo, económicos, sociales y relacionales, que los desafortunados no tienen.

Nacer pobre o rico es una desigualdad básica que no tiene ninguna justificación política, o moral para la socialdemocracia.

Por ello, para los Socialistas un eje sustantivo de todas nuestras políticas es buscar el modo por el que la sociedad minimiza esta desigualdad de origen de los menos favorecidos. Y ahí surge el gran invento socialdemócrata del Estado de Bienestar. Los servicios públicos universales son el medio por el que intentamos que el hijo del rico y el hijo del pobre, tengan las mimas oportunidades ante la vida… el acceso a la educación, a la salud, a tener una vida digna cuando se es mayor

Y de todo ello, la educación pública, universal y gratuita es la gran herramienta igualadora. La educación pública y gratuita es, por definición, un proyecto de izquierdas. No renunciar a la educación pública, y sobre todo, no renunciar a que la educación pública sea, al menos, de la misma calidad que la privada es la gran bandera socialdemócrata. Porque constituye el derecho irrenunciable que permite a los hijos de los pobres poder adquirir él mismo nivel de conocimiento (que es lo que permite el progreso individual y colectivo) que los hijos de los ricos.

La desigualdad sobrevenida.

Y luego está la desigualdad sobrevenida, que es la que se produce en situaciones de crisis cuando se expulsa a un número importante de personas del mercado laboral y acaban en situaciones de marginación, de exclusión y de pobreza.

Y lo primero que hay que decir es que, cuando una crisis, como la actual, expulsa del mercado laboral a millones de personas, eso no se produce como resultado de decisiones personales equivocadas o de la renuncia a hacer un esfuerzo compartido en la economía colectiva. Millones de personas se encuentran en situación de desempleo sin ninguna responsabilidad personal. No tienen la más mínima culpa.

Y, sin embargo, se encuentran de repente, en la desigualdad más radical en el mundo moderno. En la desigualdad entre el que tiene un empleo y el que no lo tiene.

Y esta es la causa fundamental por la que nos encontramos con datos, como los que volvimos a conocer la semana pasada, en ese informe que nos decía que una de cada cuatro personas de nuestro país vive en los umbrales de la pobreza y en riesgo cierto de exclusión.

Y esto es algo más que preocupante, porque como ha alertado, incluso el propio Papa Francisco, estamos ante la aparición de un nuevo colectivo social que ya no es el de los explotados (que aun viviendo mal, están dentro del sistema), sino el de los excluidos que habitan en los márgenes de ese sistema.

Es decir, estamos construyendo una sociedad de desigualdades crecientes. Estamos generando grandes colectivos sociales que sufren en silencio y que ya no tienen ninguna esperanza para su futuro. Y esto puede ser algo explosivo, dinamitador del propio sistema

Y si no somos capaces de compartir esfuerzos y beneficios entre toda la ciudadanía, nos podemos encontrar, a corto plazo, con una enorme conflictividad social. Que no tendrá razón, pero tendrá miles de razones acumuladas.

Para los Socialistas la lucha contra las diferentes formas de desigualdad injusta, es la esencia de nuestra política. Por ello, definir de forma clara los orígenes de las desigualdades nos puede ayudar a buscar las soluciones.

Así que, siendo conscientes del enorme problema de la creciente desigualdad, reivindicamos, resumiendo, las siguientes acciones políticas:

• Reforzar las medidas para reducir las desigualdades de origen, recuperando y consolidando, de forma universal y pública, los Servicios Públicos que garanticen la igualdad de oportunidades para todos.

• Reordenar el mercado laboral, apoyando la negociación colectiva, para recuperar el trabajo digno y un reparto más justo de la renta salarial.

• Tomar medidas para poner el capital especulativo a trabajar, impidiendo que sea un agente parasitario, y forzando a que participe en la economía productiva. Con medidas como la tasa Tobin.

• Modificar el sistema fiscal para equilibrar la aportación a la renta solidaria entre las rentas de capital y las rentas de trabajo. Pero sobre todo, con una guerra sin cuartel contra el fraude y los paraísos fiscales.

• Y poner en marcha programas específicos que alivien a todas las personas que de forma inesperada se encuentra entre el colectivo de desigual sobrevenida. Con planes de empleo públicos que no se limiten, exclusivamente, a las Ofertas Públicas de Empleo para funcionarios. Y con un Ingreso Mínimo Vital que palie los efectos de la pobreza en familias que no cuentan con ningún tipo de ingresos.

El Pluralismo.

Y hablaba también de la gestión del pluralismo y la diversidad en las sociedades modernas.

Y es que ese pluralismo es, precisamente, lo que inicia la modernidad en la política. El pluralismo reconoce la legitimidad de formas diferentes de entender el futuro, y es más, el pluralismo, afirma que toda sociedad libre, necesariamente, debe ser plural y diversa, que la búsqueda de homogeneizar el pensamiento de una sociedad es, necesariamente, totalitario.

Es verdad que el pluralismo se acepta como base de toda sociedad democrática; pero, a pesar de ello, las propuestas independentistas siguen planteando la identidad común y única como elemento fundante y legitimador del Estado. Plantean la identidad común, como cohesionadora de la sociedad, el elemento que le da unidad. Por ello, para los independentistas, la diversidad de identidades se plantea como un elemento perturbador, contrario a sus pretensiones.

Sin embargo, para los Socialistas lo que da cohesión a una sociedad, lo que hace que las diferentes personas se sientan miembros de algo común, no es la identidad, sino el pacto ciudadano que define los ámbitos de libertad; y la lucha contra la desigualdad. Dicho de otra manera, lo que define a una sociedad son las leyes que acordamos entre todos como nuestras reglas de juego y las instituciones comunes que las gestionan y que tienen como obligación construir progreso colectivo y convivencia compartida.
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Para los Socialistas el reconocimiento de la libertad de identidad, la afirmación de que personas de identidad diferente, tienen que tener iguales derechos políticos, es la profundización de la democracia actual.

Todo esto lo digo porque, ahora que estamos a punto de comenzar una nueva campaña electoral, muchas de las propuestas políticas pueden y deben ser analizadas desde estos dos ejes: La igualdad y la pluralidad

Y el Partido Socialista plantea seis grandes principios para el gobierno del cambio. Lo que hemos llamado los seis grandes ejes del SÍ.

Tres para luchar contra la desigualdad injusta:

a) Sí a una reforma fiscal justa, progresiva y suficiente que garantice la igualdad; y no a los recortes en el estado de bienestar.

b) Sí a un empleo de calidad y con derechos; y no a la precariedad de la reforma laboral del PP

c) Y sí la lucha contra la violencia de género; y no a la desatención de las víctimas

Y otros tres para fomentar una sociedad pluralista y democrática.

a) Sí a tener unas instituciones independientes; y no al control político de la justicia, la administración, las fuerzas de seguridad, la radiotelevisión pública, los órganos constitucionales y los organismos reguladores.

b) Sí a una reforma federal de la Constitución y no a un referéndum para la independencia.

c) Y sí a una Europa social, democrática y solidaria y no a un abandono del ideal europeísta.

Claro que, para ello, nos hace falta un gobierno de cambio en España. Nos hace falta un gobierno de cambio para parar la creciente desigualdad social.

Y es que el Gobierno de Rajoy nos ha dejado una terrible herencia:

• Dice que ha creado empleo, pero lo que ha hecho ha sido expulsar a miles de jóvenes al extranjero, a miles de inmigrantes que han retornado a su país. Ha reducido el paro expulsando personas de España y troceando el empleo que había, no creando nuevos empleos: hoy tenemos el mismo número de trabajadores que el año 2011 (17 millones cotizantes a la Seguridad Social), pero mucho peor pagados. El año pasado los trabajadores recibieron, en salarios, 40.000 millones menos que el año 2011.

La Reforma Laboral del PP, lo que ha hecho, fundamentalmente, ha sido que buena parte de los contratos que se firman hoy sean temporales, precarios y con sueldo de miseria. Esa no es la forma de hacer de España un país competitivo… esa es la forma de empobrecer a sus ciudadanos y aumentar la brecha de la desigualdad. Para aumentar de manera justa nuestra competitividad hay que invertir en Innovación, en desarrollo, en ciencia y en investigación y lo que ha hecho el Gobierno de Rajoy ha sido recortar todo esto.

• Y por mucha publicidad que hagan sobre su gestión económica, los datos son demoledores; nos ha dejado una España en ruinas: ha incrementado la deuda pública en más de 350.000 millones en 4 años. Por primera vez en los últimos 100 años, nuestra deuda supera el 100% de nuestro PIB.

• Del Fondo de Reserva de la Seguridad Social de 70.000 millones que dejó el malvado Zapatero, ha gastado ya más de 40.000.

• Nos ha recortado todos los servicios públicos. Ha impuesto copagos en la sanidad y en la justicia. Ha recortado las prestaciones por desempleo. Ha reducido las becas. Como he dicho antes, se pagan 40.000 millones menos en salarios…

• Y aun así, ha sido incapaz de cumplir con los objetivos de déficit. Ha engañado a Europa, que ahora nos amenaza con más recortes y con una multa… por lo tanto ¿qué ha hecho? ¿de qué alardea?

Rajoy siempre se ha quejado de la herencia socialista que recibió, yo casi quiero que nos la devuelva.

Otros cuatro años más de Rajoy, serían una catástrofe para los trabajadores, los jóvenes y las clases medias, que ya casi han dejado de existir.

Por eso una gran mayoría de la sociedad española votó cambio el 20 de Diciembre y volverá a votar cambio el 26 de Junio.

Pero el Partido Socialista quiere que los votos del cambio no se pierdan en la división. Que los votos del cambio, cambien el gobierno y las políticas de Rajoy.

Y ya hemos visto que sólo el proyecto socialdemócrata puede liderar una mayoría social de cambio en España. Que sólo Pedro Sánchez ha sabido sentarse con honestidad para negociar un programa que permitiera ese cambio. Doscientas medidas de progreso que ya se podían estar aplicando.

Y en esta Campaña queremos hablar de eso. De qué proyecto tenemos cada uno para cambiar las cosas en este país. De cuáles son las grandes reformas que necesitamos para garantizar el progreso colectivo.

Pero ya hemos visto como Rajoy y Pablo Iglesias han puesto en marcha la máquina de hacer ruido. Se van a los extremos para hacer desaparecer, en una confrontación irresponsable, el espacio de la centralidad que tanto necesita este país. Porque lo que no necesitamos es volver a escenarios extremos en los que se enfrenta media España contra la otra mitad. Sino espacios para el entendimiento razonable.

Y lo digo con preocupación, porque lo estamos viendo: Entre Rajoy y Pablo Iglesias pretenden crear un enfrentamiento que crea división social. Pretenden llevar a la política el enfrentamiento entre enemigos.

Pero para los socialistas los únicos enemigos son la desigualdad y la pobreza. El paro y la falta de futuro. Queremos hacer reformas institucionales para cambiar, para dar esperanza de futuro.

Asumimos la pluralidad política de la ciudadanía española. Por eso planteamos acuerdos transversales, porque las reformas duraderas tienen que tener un respaldo social plural y mayoritario.

Y eso es lo que representa el Partido Socialista, el proyecto de una izquierda razonable, realista, moderada que busca encuentros y no divisiones. Un proyecto que, frente al inmovilismo insoportable de Rajoy y la fractura preocupante que propone Pablo Iglesias, quiere unir al país detrás de una propuesta de cambio; de agenda social para la igualdad; de crecimiento económico justo; de progreso colectivo sin abandonar a nadie; de convivencia plural y de avance hacia una Europa diferente.

Y eso es lo que busca atenazar la pinza que ha vuelto a las manos de Rajoy y Pablo Iglesias; la misma que manejaron Aznar y Anguita. Rajoy y Pablo Iglesias tienen el mismo objetivo: dañar y debilitar al Socialismo. Y, como entonces, ahora tampoco lo van a conseguir. Porque estoy convencido de que la ciudadanía va a castigar a una derecha ahogada en casos de corrupción, que sólo ha sembrado sufrimiento; y también a quienes, autoproclamándose de izquierdas, lo único que han demostrado es su negativa a que haya un Gobierno de izquierdas, liderado por Pedro Sánchez, y su preferencia por que (con tal de atacar a los Socialistas) siga gobernando Rajoy.

Y no lo van a conseguir porque en España existe una mayoría social de centro izquierda que quiere transformar el país.

Los Socialistas sabemos que negociar es acordar entre diferentes. Sabemos que negociar es pactar medidas y reformas. Sabemos que en la negociación, cada parte debe ceder, pero estamos convencidos de que hay un espacio político central que, desde posiciones plurales, tiene el respaldo mayoritario para el cambio y el progreso.

Ese es el acuerdo que plantea el Partido socialista. No nos vamos sentar a repartir el poder como si fuera una tarta, para después ver qué se puede hacer con él, como ha pretendido Pablo Iglesias.

Ni vamos a blanquear a Rajoy, que busca tapar con ruido y con cortinas de humo, la corrupción que envuelve a su partido.

Y es que, aunque la legislatura fallida ha sido un fracaso, al menos ha servido para que la ciudadanía conozca mejor a los diferentes candidatos. Sabemos con claridad que Rajoy no tiene propósito de enmienda. Que no se va a mover un palmo de sus políticas desastrosas. Sabemos que Pablo Iglesias no ha querido negociar antes, ni quiere ahora.

La ciudadanía que quiere cambio, que quiere parar a la derecha tiene que saber que hoy votar a Pablo Iglesias es votar contra el Partido Socialista y contra el cambio.

El Partido Socialista sabemos negociar, también hemos hechos acuerdos con Podemos, pero no hemos empezado por los sillones. Y sí, en Madrid o Barcelona, o en otros sitios, hemos primado cambiar las políticas de la derecha en las instituciones, permitiendo gobernar a otros, antes que bloquear el cambio. Algo que Pablo Iglesias no ha querido hacer ni pretende hacer en el futuro.

Pablo Iglesias no vota contra Rajoy, vota con Rajoy contra el Partido Socialista.

El único Gobierno de cambio y progreso posible tiene que tener más apoyos que los del Partido Socialista, pero sólo puede ser liderado por Pedro Sánchez. No hay otra alternativa. Ya lo hemos visto estos meses… Y por eso vamos a trabajar.

Muchas gracias.