Esta semana he asistido a la Conferencia de Presidentes de Parlamentos de la UE en Luxemburgo. Allí tomé la palabra en el panel sobre el fortalecimiento de Europa. En mi discurso insistí en la necesidad de apostar por una Europa más fuerte, una verdadera unión política que tenga como raíz la voluntad de los ciudadanos de construir un espacio común de convivencia, regido por la democracia, la libertad y la justicia. Comparto con vosotros el texto:

Estimados colegas, Señorías.

Es para mí un inmenso placer poder participar por vez primera en esta Conferencia de Presidentes de Parlamentos de la Unión Europea. Como saben, España se encuentra a un mes de la celebración de nuevas Elecciones Generales, ya que el resultado del pasado mes de diciembre no hizo posible la formación de un nuevo Gobierno. No obstante, quiero transmitir a todos ustedes la certeza de que, pase lo que pase en los nuevos comicios, España seguirá siendo un socio fiable y, como ha ocurrido siempre, un país convencido de que el proyecto europeo debe fortalecerse, ya que Europa es la respuesta a la mayoría de los problemas que sufren nuestras sociedades.

Europa ha sido siempre un faro de progreso, democracia, tolerancia y paz. Y por ese motivo los españoles seguimos estando abrumadoramente a favor de una mayor integración europea.

Este apoyo, sin embargo, no debe interpretarse como una adherencia acrítica a todas las políticas comunitarias. La crisis de confianza que sufre en estos momentos la Unión Europea es consecuencia de la adopción de algunas decisiones equivocadas, como la imposición del dogma de la austeridad de manera irreflexiva en perjuicio de la recuperación económica; nuestro fracaso en la consecución de una verdadera unión económica, fiscal, social y financiera; o nuestra incapacidad de gestionar el flujo de personas que llegan a Europa de una manera digna y respetuosa con los derechos humanos. Pero la raíz de estos problemas no está en un “exceso de Europa”, sino precisamente en no haber sido capaces de aprovechar las oportunidades que la Unión Europea ofrece para solventar éstas y muchas otras dificultades.

Hace falta más y mejor Europa. Profundizar en las competencias de que dispone la Unión Europea para impulsar políticas más ambiciosas en todos los ámbitos. Puedo indicarles, por ejemplo, que el Congreso de los Diputados de España se ha manifestado de manera decidida a favor de la armonización fiscal entre los Estados miembros. De terminar con los paraísos fiscales dentro de la Unión que tanto merman la confianza de los ciudadanos en las instituciones, que perjudican enormemente la recaudación tributaria y los servicios públicos y que dañan gravemente el funcionamiento del mercado interior.

Necesitamos también una acción más decidida de las instituciones europeas en política exterior, especialmente en el marco la terrible crisis de refugiados que ha tenido lugar en los últimos meses. Y aunque ésta es una cuestión que se ha debatido en la anterior sesión, deseo poner de manifiesto que nos encontramos ante un problema que sólo puede ser resuelto a partir de una profundización del proyecto europeo. Bajo el paraguas de la Política Exterior y de Seguridad Común, la Unión dispone de instrumentos que le permiten tener un papel protagonista en los países de origen de los flujos migratorios y evitar así que sigan teniendo lugar las dramáticas escenas de las que hemos sido testigos recientemente.

El proceso de construcción de Europa exige pues hacer de la Unión un actor global. El mundo al que nos dirigimos será mejor con una Europa unida que con una Europa dividida. En una comunidad internacional como la que se está dibujando, ningún país europeo que actúe individualmente puede aspirar resolver los retos que nos acechan de forma satisfactoria. Sin embargo, está en nuestra mano hacer de la Unión un “agente del bien”, capaz de intervenir en los diferentes escenarios con una sola voz y proyectar los valores que nos unen, sobre el conjunto de las relaciones internacionales.

Sin embargo, Señorías, no basta con más Europa. Debemos democratizar y simplificar el proceso de toma de decisiones: la lentitud y la complejidad que arrastra la adopción de acuerdos en Bruselas impide que la Unión responda con la celeridad requerida al ritmo con el que se suceden los acontecimientos, y que los ciudadanos puedan involucrarse en el proceso político comunitario de un modo que enriquezca y legitime la acción de la Unión.

Agradezco la iniciativa de homogeneizar los diferentes sistemas electorales vigentes en cada Estado miembro en las elecciones al Parlamento Europeo. Aunque persistan elementos de desacuerdo, pero consideramos que se trata de un esfuerzo encaminado en la buena dirección que puede contribuir, en el futuro, a un mayor acercamiento de entre los europeos y sus instituciones. Y, sobre todo, esta propuesta puede reforzar la proyección de la ciudadanía europea. No solo somos españoles, luxemburgueses, lituanos o búlgaros: somos europeos, lo que nos otorga importantes derechos y obligaciones, y como tal debemos acudir a las urnas en un proceso electoral basado en los mismos principios.

En definitiva, estoy convencido de que el proyecto europeo requiere de un nuevo impulso; reforzar los vínculos que nos unen y por ese motivo tanto el Presidente del Senado español, que me acompaña, como yo mismo, nos hemos adherido a la declaración “Hacia una mayor integración europea” adoptada, el pasado mes de septiembre, a iniciativa de los Parlamentos de Alemania, Francia, Italia y nuestros anfitriones luxemburgueses.

Señorías, personalmente soy de la opinión de que el destino final del proceso de construcción europea es la unión política, una Europa federal, que reconozca que la legitimidad de la Unión. Algo que no radica únicamente en el compromiso entre los Estados que la componen, sino también en la voluntad de los ciudadanos de construir un espacio común de convivencia basado en los valores sobre los que se ha edificado Europa y que todos compartimos: la democracia, la libertad, la justicia, la solidaridad y la paz.

En nuestra condición de Presidentes de Parlamentos de la Unión Europea, nos corresponde también un papel que desempeñar en el reforzamiento de este proyecto europeo. Son precisamente nuestras Cámaras las que pueden paliar el déficit de legitimidad democrática que tanto se ha achacado a la Unión Europea. Y de ahí que no debamos escatimar esfuerzos a la hora de respaldar aquellas iniciativas que contribuyan a desarrollar los lazos que nos unen.

Atravesamos momentos difíciles para la convivencia en el continente, con un peligroso ascenso del nacionalismo y la radicalización y un riesgo cierto de olvidar la solidaridad entre europeos que tanto nos ha ayudado en las pasadas décadas. Por ese motivo, y como parlamentarios que somos, les animo a todos ustedes a que no olviden que los principios y valores sobre los que se basan nuestras sociedades son precisamente los que nos identifican como europeos, y sobre los que podemos seguir edificando una Unión. Una unión y una unidad que siempre será mejor que la suma de sus partes.

Tenemos muchos problemas. Y tenemos diferentes criterios para hacerlos frente. No podemos venir aquí para discutir unos contra otros sino para buscar juntos una salida común a nuestro futuro.

Y yo estoy convencido de que ese camino es más Europa. Es una Europa que camina hacia la federación.

Los miedos particulares sólo nos paralizan impidiendo hacer frente a los problemas, ahondan la división y los enfrentamientos.

Yo apuesto por más Europa, Yo apuesto por arriesgar nuestro futuro a la carta de la unidad. Estoy convencido que la fortuna acompañará a los audaces.

Muchas gracias.