Hoy es un día para acordarse de las víctimas.

De todas y de todos los que resistieron bajo la amenaza, la extorsión, el chantaje y las agresiones de los terroristas y de los que les acompañaban.

Hoy, la victoria es nuestra.

El comunicado de ETA es una nueva constatación de lo que toda la sociedad vasca y española sabíamos desde 2011. Que ETA fue derrotada por la democracia y por los demócratas cuando en octubre de ese año anunció el cese de su actividad armada. Fue derrotada por la Ley y la determinación de la Justicia, por la actuación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y por la acción política (por cierto, con dos gobiernos Socialistas al frente de esa acción).

Aunque sea 7 años tarde, ETA va a anunciar su disolución. Bienvenida sea, porque por fin desaparece ese fantasma que durante 40 años ha sembrado tanto dolor y ha amenazado nuestra libertad.

Es un paso positivo que ETA reconozca el daño que ha causado y que pidan perdón por ello. Pero no podemos compartir ni admitir que pretendan justificarlo en el bombardeo de Gernika, símbolo universal de la barbarie de la guerra. Mucho menos admisible es que digan que hubo víctimas que no tuvieron ningún responsabilidad, dando a entender que otras sí la tuvieron. La responsabilidad exclusiva de los años de violencia terrorista en Euskadi es de ETA.

Y también le toca ahora a la izquierda abertzale asumir su responsabilidad en todos estos años de violencia de ETA. Si ETA existía era porque la izquierda abertzale le daba cobertura política y respaldo social. Le toca ahora, de una vez por toda, decir que eso estuvo mal, que la violencia de ETA estuvo mal y que no tuvo ningún tipo de justificación.

A nosotros nos corresponde ahora construir un relato veraz de lo ocurrido para que la memoria se levante como un muro que impida la vuelta al pasado, a un tiempo en el que se asesinaba al que pensaba diferente y se convertía en héroe salvapatrias a su asesino.

Una memoria capaz de instalar valores éticos y morales con los que construir una sociedad decente. No podemos permitir que sean los asesinos los que nos impongan la suya. ETA no puede ganar ahora en el relato, a golpe de comunicado, lo que no pudo lograr con el terrorismo.

Por eso, la verdad de lo ocurrido debe ser una reivindicación constante y las víctimas son el testimonio de lo ocurrido.

En Euskadi hubo personas que mataban al que pensaba diferente, personas que aplaudían el asesinato, muchos que cerraron los ojos ante el dolor ajeno y una minoría de resistentes que se negaron a renunciar a su libertad.

Eso es lo que pasó en Euskadi durante 40 años. Eso es lo que nos pasó.