Es la foto que llenará mañana las portadas de todos los periódicos. La foto de unidad nacionalista. Una foto que pone una barrera entre el “nosotros” nacionalista y el resto de los ciudadanos haciendo imposible una convivencia de diferentes con iguales derechos. La foto de miles de ciudadanos marchando por las calles de Bilbao, en un silencio “más confuso que elocuente” (como bien señala hoy Kepa Aulestia), por todo lo que ha precedido a su convocatoria.

Una foto innecesaria. Pues por muy nobles que parezcan los deseos expresados en la pancarta tras la que los partidos nacionalistas han llamado a reunirse a sus bases, hay en ellos un premeditado intento de confundir a la ciudadanía en beneficio propio.

¿Cuáles son los derechos humanos conculcados? ¿Cuál es la solución que se reclama? ¿Acaso la vía que ahora proclaman los presos de ETA para acogerse a beneficios penitenciarios no es, precisamente, la del cumplimiento de la legalidad, que durante tantos años habían rechazado de plano?

No podemos aceptar que quienes durante años hicieron oídos sordos a la más flagrante conculcación derechos humanos que se cometía en Euskadi a manos de ETA, se presenten ahora como los principales valedores de éstos.

Pero más allá de las habituales manipulaciones del mundo abertzale, lo que realmente me preocupa es esa actitud meliflua del PNV que ante el primer contratiempo se echa en los brazos de Sortu, por miedo a perder posiciones en su particular pelea por la hegemonía nacionalista.

Creo que la formación de Ortuzar debería ser más contundente en las exigencia a ese mundo. No caer permanentemente en sus trampas. Si al PNV y a Sortu realmente les preocupa la situación de los presos de ETA, que les ayuden a tomar vía de reinserción desde el respeto a la legalidad y a la normativa penitenciaria.

Pero una foto innecesaria también porque su multitudinaria imagen no es sino fruto de las torpezas y despropósitos de un PP empeñado en entregar al mundo de ETA la victoria que le habíamos ganado los demócratas.

Cuando habíamos conseguido lo más difícil, cuando ETA había renunciado al terrorismo sin conseguir ninguno de sus objetivos, cuando los presos habían desistido de obtener salidas colectivas y habían asumido por fin la legalidad penitenciaria, cuando el Estado de Derecho había conseguido derrotar a su principal enemigo sin ceder nada a cambio, la falta de visión y responsabilidad de una parte de la derecha española está haciendo que se desvirtúen todos estos logros.

Porque sólo de despropósito puede calificarse que:

  • Se diga que la imagen de unos ex presos derrotados reconociendo la legalidad penitenciaria es una victoria de ETA y se ataque a la Justicia por permitir ese acto.
  • Se impulsen operaciones policiales de forma chapucera y movidos por un afán propagandístico, que casi las arruinan.
  • Se prohíba una manifestación que se lleva celebrando todos los años (incluso cuando ETA mataba), otorgando un protagonismo a sus promotores que jamás hubiesen soñado.

Durante años ETA mató, queriendo matar la ley. Y le ganamos, precisamente porque defendimos la ley. Los diferentes comunicados que en las últimas semanas han realizado los presos y ex presos ETA no son más que la confirmación de esta victoria.

Por eso hoy, cuando todo estos logros parecen olvidarse, cuando algunos han decidido que por las calles de Bilbao marche la renuncia de los demócratas a reivindicar sus razones, toca apelar a los valores que hace no tanto nos mantuvieron unidos. Toca apelar a la sensatez y a la atura de miras.

Toca apelar a la responsabilidad para que las estrategias de regate corto no nos dividan en el necesario camino conjunto que tenemos que recorrer a favor de la convivencia.