El lunes participé en el Foro Expectativas Económicas organizado por El Correo y KPMG. Hablamos de todo (de actualidad política, de economía) y, ya en el final, el debate derivó hacia la asunción de responsabilidades por la actual crisis. Uno de los asistentes apuntó que el foco se centra casi en exclusiva en el papel de empresas y administraciones, pero nadie habla de potencial de los jóvenes, de su necesario impulso y dinamismo para salir de esta crisis.

Y es cierto que en los últimos años en Euskadi ha bajado, y de forma preocupante, en la tasa de actividad emprendedora. Cada vez son menos los jóvenes (y no tan jóvenes) que se animan a poner en marcha su propio proyecto empresarial. Esto, que es de por sí grave, lo es más en una sociedad como la vasca, levantada históricamente sobre el esfuerzo e iniciativa de miles de pequeños empresarios que un día decidieron empezar de 0 y construir su propio sueño. El emprendimiento es una de los motivos por los que Euskadi está hoy en una posición de fortaleza respecto a otros países y regiones de nuestro entorno, de que (pese a la gravedad de la crisis) nuestros indicadores sean mejores que los del resto.

Y es evidente que entra aquí una cuestión cultural. Suelo bromear con Bernabé Unda con que deberíamos instaurar en Euskadi “El Día del Fracaso”: un día para homenajear a quienes decidieron apostarlo todo a un proyecto y les salió mal la jugada. Un reconocimiento institucional a las aventuras frustradas, a las grandes decepciones, porque son la savia de los éxitos futuros. Sin ese arranque, sin esa apuesta temeraria, nunca habrá triunfo, nunca habrá innovación.

Pero no podemos culpar a los jóvenes de esta falta de dinamismo. Al contrario. El panorama desolador que les presentamos no invita, desde luego, a iniciar ambiciosos proyectos empresariales.

Prefiero devolver la mirada a las instituciones, a los agentes económicos y sociales. Nos corresponde a todos extender la cultura emprendedora, enredar a nuestros jóvenes en la tarea de construir una sociedad mejor, más culta y competitiva.

Y esto empieza por dar visibilidad a quienes han dado ya el paso, a quienes han empezado a derribar tópicos. Hoy en Euskadi tenemos cientos de jóvenes emprendedores, investigadores, a científicos… figuras modélicas para el resto de la sociedad, pero que, por desgracia, viven en el absoluto anonimato.

Pero existen. Por supuesto que existen:

– La fuente de espalación del ISIS británico cuenta con material construido por jóvenes investigadores de Eibar.

– Hace unas semanas estuve con los chavales ganadores de Euskoskills, competición de la Formación Profesional en el País Vasco y algunos de sus proyectos eran simplemente fantásticos.

Tenemos montones jóvenes talentosos en Euskadi. Y debemos darles reconocimiento. Debemos constituirles en referentes para el nuevo tiempo que tenemos que abrir en Euskadi.

Y ésta una tarea que nos compete a todos. También a los medios de comunicación. Y, por eso, el lunes hice mi particular emplazamiento a los periodistas allí presentes, para que colaborasen en la tarea de extender estos nuevos valores; para que dediquen menos portadas a futbolistas o al papel couché y más algunos de estos nuevos talentos, que pueden resultar de inspiración para muchas otras personas.

Esto ocurrió el lunes y cinco días después, me he encontrado con esta portada en el periódico.

No sé si es casualidad o no, pero desde luego, me ha encantado descubrir a los líderes de mañana en el periódico de hoy.