-Votaré en blanco porque odio a todos -dijo él-. Son horribles.
La señora de la cola lo escuchaba en silencio.
Él se fijó en su carnet: era la interventora del PP. Él se disculpó por salvaje. Pero ella sonrió:
-¡Si estoy encantada! Los que odian a los políticos son todos de izquierdas.

El texto no es mío. Es de Santiago Roncagliolo y forma parte de los geniales nanorrelatos que El País viene recopilando a lo largo de toda la campaña. Y la verdad es que me parece muy oportuno como reflexión del momento que estamos viviendo y el compromiso que exige este momento.

Porque el 20 de noviembre nos jugamos mucho.

Nos jugamos mucho los vascos. Porque en Euskadi hemos derrotado al terrorismo, hemos recuperado la libertad, pero nos toca ahora construir la convivencia y para ese fin no es lo mismo Rubalcaba que Rajoy. No es lo mismo construir la convivencia que permanecer en el pasado.

El voto socialista es un voto eficaz para Euskadi. Es un voto que sirve a la gente. Los votos socialistas de estos años han servido para mejorar las infraestructuras de Euskadi, para meter velocidad a la Alta Velocidad, para modernizar el país, para aumentar la inversiones en tecnología, en centros de investigación, en desarrollo… Nunca hemos tenido, en tan poco tiempo.

No. En Euskadi no es lo mismo Rubalcaba que Rajoy. Y en el resto de España tampoco.

Los votos socialistas del año 2004 sirvieron para poner fin a las ansias megalómanas de Aznar. Sirvieron para acabar con la guerra de Irak, para iniciar de verdad el camino del final de ETA, para aumentar la igualdad entre hombres y mujeres y reforzar la dignidad de las personas mayores.

Por eso no es lo mismo Rubalcaba que Rajoy. No es lo mismo luchar contra la crisis que usar la crisis contra el Gobierno. No es lo mismo austeridad que desmontar los servicios públicos.

Los socialistas sabemos que es importante la austeridad. Y lo practicamos. En los últimos cinco años del anterior Gobierno Vasco el gasto de la Sanidad aumentó en un 50% y el de Educación un 40%. ¿Aumentaron los servicios los hospitales o las nuevas escuelas en la misma proporción? No. Nosotros contamos ahora con menos recursos, pero atendemos a más pacientes y más alumnos.

Y cumplimos nuestros compromisos. En Euskadi pagamos las facturas con una media de 60 días (87 en el caso del gasto farmacéutico, que es el más complicado). ¿Sabéis cuanto tarda en pagar una factura farmacéutica el Gobierno de Valencia? Tres años. Se dice pronto. ¿Cuántas empresas han hecho quebrar? ¿Cuántos trabajadores sin cobrar su sueldo a fin de mes?

A la derecha le gusta gastar. Y le gusta mucho. Valencia y el Ayuntamiento de Madrid tienen unas deudas astronómicas. Solo la televisión valenciana tiene una deuda de 1.000 millones.

Por eso para defender los servicios públicos no es lo mismos Rubalcaba que Rajoy.

Tampoco es lo mismo indignarse que transformar.

Ser de izquierdas no es tener un programa o estar en un partido. Ser de izquierdas es indignarse ante el dolor ajeno. Y nosotros lo hacemos. Lo hemos hecho toda nuestra vida. Pero además de indignarse hay que unir las fuerzas. Además de protestar hay que buscar las soluciones.

El Partido Socialista es el punto de encuentro de las izquierdas que además de gritar quieren cambiar. Que además de enfadarse quieren transformar nuestra sociedad en otra más justa.

Por eso hago un llamamiento al voto. La gente humilde no tenemos bancos para presionar. No tenemos lobbys para presionar a los gobiernos. Nuestra única fuerza es nuestro voto.

Un voto cada uno, Un voto igual a otro voto. Los años 2004 y 2008 los votos socialistas sirvieron para muchas cosas. Y ahora el 20 de noviembre tiene que servir para parar a la derecha. Para construir una Europa democrática de verdad y no una Europa que baila a la música de dos presidentes que se reúne los fines de semana.

El voto socialista va a servir para salir juntos de la crisis. Para hacer un esfuerzo todos y mayor esfuerzo los que más tienen, para que los desempleados no se queden en la indigencia esperando a ver cuándo se reactiva la economía, como pretende Rajoy.

Nadie se tiene quedar en casa el día 20. Nadie tiene que dimitir de su mayor fuerza y dejar que otras manos decidan su futuro. Porque el que no va el día 20 también vota: vota por la derecha.

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