Kirmen Uribe ha recibido el Premio Nacional de Narrativa. Es una gran noticia de la que he tenido conocimiento, casualmente, cuando volvía de un acto en su localidad natal, Ondarroa. Aunque ya había leído poemas suyos con anterioridad, conozco personalmente a Kirmen desde el pasado mes de enero, cuando la Fundación Ramón Rubial le otorgó un premio a la creación cultural. Desde entonces, he recurrido, incluso abusado, de su obra en mis intervenciones.

Podría dejar muchas piezas suyas hoy aquí (“Maiatza”, que utilicé en la toma de posesión de Gernika o “Maite zaitut, ez”, uno de mis poemas favoritos del libro “Mientras tanto, dame la mano”). Elijo, sin embargo, un fragmento de “Jaiotza”, que nos habla del amor y del respeto que esto exige al origen y las señas de identidad de la pareja.

Jakin badakit egitan Danimarkako
udaberri hotzean jaio zinela,
eta izoztuta zeudela larreak zure egunean.
Jakin badakit baduzula aita,
baduzula ondoan maite zaituen jendea,
lagunak, lehengusuak, izebak, aiton-amonak eta nola ez, ama.
Izan ere, inor ere ez da norberarentzat bakarrik.
Ikasi behar da maite ditugunak partekatzen.
Eta ni beste bat naiz, ilarara azkena hurreratzen

Sé que en realidad viniste al mundo
en una fría primavera en Dinamarca.
Y que los prados estaban helados en tu día.
Sé que tienes padre,
que tienes gente que te quiere a tu al rededor,
Amigos, primos, tías, abuelos
y cómo no, una madre.
Y es que nadie es sólo para uno mismo,
hay que aprender a compartir a aquellas personas que amamos.
Y yo soy otro más, el último en aparecer a la fila.